Las matemáticas
conforman una de las áreas más importantes del currículo. Esto se debe a la
gran importancia que tienen para el ser humano. Están presentes en innumerables
momentos de nuestra vida cotidiana: constantemente empleamos los números para
medir, organizar, operar con ellos; nos orientamos en el espacio, o vemos una
gran variedad de formas allí donde miramos. Esto es sólo una mínima parte de
todo aquello que llevamos a cabo a través de las matemáticas, aunque no seamos
conscientes de ello.
Desde las
primeras edades escolares, los docentes debemos potenciar el gusto de nuestros
alumnos por las matemáticas, que tanta mala fama tienen en ocasiones.
La Geometría
debe ser aprendida intuitivamente, a partir de la vida cotidiana, ya que la
geometría no procede de la nada; surge de todo aquello que nos rodea, y esto es
algo que los alumnos deben comprender desde que empiezan a formarse.
Los alumnos de
Educación Infantil o de los primeros ciclos de Primaria, no van a centrarse en
el análisis complejo de las formas, sino en un análisis que les permitirá
comprender realmente la base en la que se asientan los conocimientos
posteriores. No se van a realizar tampoco actividades de medida de los objetos,
por lo que no es necesario que los objetos que utilicemos para desarrollar
actividades geométricas sean, por ejemplo, regulares.
En cualquier
etapa educativa, pero más aún en las primeras edades, el proceso de enseñanza-aprendizaje
debería comenzar por la manipulación, la exploración, la propia experiencia,
para, de forma progresiva y mediante acciones cada vez más autónomas, poder
llegar a integrar conocimientos realmente significativos en los niños. Está
demostrado que la manera más válida de que un niño aprenda significativamente,
es a través de la experiencia, de la propia vivencia de aquello que pretendemos
que aprendan. El conocimiento geométrico no se puede adquirir a partir de
información que procede de un maestro, sin que los alumnos lo hayan vivenciado
primero. Si la mente del alumno no trabaja, y sólo se dedica a recibir
información, no podrán tener lugar verdaderos aprendizajes. Para conseguir
desarrollar en los alumnos un auténtico conocimiento geométrico, son necesarios
tres pasos;
Explorar el espacio:
Como ya se ha comentado con anterioridad, los niños necesitan de la experiencia
para poder construir aprendizajes reales, que no estén basados solamente en la información
que alguien le ofrezca. Desde que nacen, todo lo que aprenden lo hacen a través
de la observación del entorno que les rodea. Por ello, es importante que en los
centros escolares fomenten esta forma de aprender.
Comparar los elementos observados:
Está claro que no podemos quedarnos sólo en la exploración, sin ir a más, ya
que, de ser así, no se conseguiría el conocimiento geométrico, porque tampoco
inducimos a los niños a razonar. Deben comparar aquello que ven, que manipulan;
para poder establecer relaciones. Deben actuar sobre aquello que les ofrecemos.
Expresar verbalmente
aquello que han observado y las acciones realizadas para poder interiorizar el
conocimiento.
Privar a los
alumnos de la propia observación y exploración del mundo que les rodea, implica
negarles la auténtica integración de las bases del conocimiento, que les
servirán para aprendizajes posteriores a lo largo de su vida. Si falta la base,
el resto deja de ser significativo.
En los centros
escolares, no podemos cometer el error de ofrecer a los alumnos objetos fríos,
que poco tienen que ver, para ellos, con la realidad. Objetos e imágenes que,
por sí mismos, no forman parte del entorno de los niños. Somos nosotros los
encargados de hacerles comprender la relación que esos objetos guardan con la
realidad, por lo que considero conveniente comenzar a trabajar a partir de
objetos reales para ir progresivamente aumentando su curiosidad y sus ganas por
conocer el mundo. Además, como las figuras planas no existen en la vida real,
sino que son caras de los cuerpos tridimensionales, lo ideal sería trabajarlas
a partir de éstos, y no por sí solas, ya que partiríamos de conceptos
abstractos.
En el área de
Comunicación y Representación del Currículum, observamos los siguientes
conceptos en lo que se refiere a formas: Formas planas: círculo, cuadrado, rectángulo,
triángulo. Cuerpos geométricos: esfera, cubo. Sin embargo, considero que los
alumnos de esta etapa, pueden llegar a comprender mucho más.
En muchas
ocasiones, el material que ofrecemos a nuestros alumnos para el aprendizaje de
ciertos contenidos geométricos, se basa en realidad, en actividades de
reconocimiento y discriminación de formas. En la mayoría de casos, se les
presentan objetos dibujados o fotografiados que, además, suelen ser casi copias
de materiales didácticos, aunque en ocasiones se intenten conectar a la
realidad con algún detalle que en general se percibe artificioso (Ej.: dibujo
de un cono como si se tratara de un sombrero). Estos dibujos no pueden mostrar
más que una representación bidimensional de objetos tridimensionales, por lo
que no podemos ver reflejadas todas las características de los objetos, lo que
constituye una gran dificultad en el proceso de comprensión de las formas. Es
cierto que los estudiantes deben comprender también esa representación
bidimensional, pero siempre debe ser trabajada a partir de la realidad, de los objetos
tridimensionales, que son los que los rodean, los que pueden ver y tocar cada
día.
En los centros
escolares, solemos presentar los cuerpos más regulares y siempre, primero en
dos, y luego en tres dimensiones. En los centros escolares, la geometría que se
imparte (al menos en lo que respecta a la Educación Infantil) ayuda a que los
niños puedan llegar a discriminar ciertas figuras planas, y es posible que
también algunas tridimensionales como la esfera o el cubo, pero debemos tener
en cuenta que posiblemente no estemos ayudándoles mucho a relacionar las
matemáticas con la realidad, ni a comprenderlas verdaderamente, si no
encuentran esa relación.